¿UNA PLATAFORMA METALICA?

Nos contó nuestro informante que él era el único superviviente de la isla del Hierro que había tenido la suerte de contemplar, y lo hizo durante varias horas, la mítica isla de San Borondón, que no era mito - porque él la estuvo contemplando - sino real. Y, si nos atenemos a su relato, repleto de detalles valiosos, la isla en cuestión es un territorio extraño. Le fue difícil a Machín Padrón determinar su extensión, pero la calculó en no inferior a los dos kilómetros de diámetro; en el caso de que fuera circular, que él creía que no, que era alargada. No distinguió vegetación, parecía que era una superficie lisa y de color plomizo, más elevada por uno de los extremos, en el que daba la sensación de que había edificios de estructuras totalmente geométricas, unas protuberancias rectangulares que iban decreciendo a medida que avanzaban hacia el interior. Es decir, a lo que más se parecía lo que estuvo contemplando el testigo del prodigio aquella mañana era a la cubierta de un portaaviones o de otra imponente nave semejante. No observó tampoco ningún tipo de movimiento sobre aquella plataforma detenida entre las tres islas; ningún cambio de color, nada. Tranquilidad absoluta. Aquella extraña isla emergida como por arte de magia parecía estar desierta.
Duró varias horas la contemplación, más de medio día. Ya al atardecer, la isla comenzó a hundirse; o así se deducía, porque se veía cada vez en menor altura y extensión. Finalmente, después de unos minutos, las aguas del mar quedaron tersas y tranquilas tras engullirse aquella mole inmensa. Todo en calma. Como si nada hubiese sucedido.
Digamos, porque ya va siendo el momento, que, a juzgar por la gran cantidad de avistamientos que así parecen confirmarlo, si existen bases submarinas de OVNIs, en las islas Canarias hay una. Así lo aseguran muchos investigadores; y lo corroboran algunos contactados de privilegio que aseguran haberla visitado con detenimiento, como ya veremos más adelante. Pero regresemos a la isla de San Borondón. La leyenda la sitúa en las proximidades de Canarias; y, sin embargo, algo semejante - y decimos algo porque probablemente de ser verdad el fenómeno no se trate de una isla - ha sido visto, en varias ocasiones, cerca de la costa norte de la isla de Mallorca, en pleno Mediterráneo, por vecinos de Sóller, desde las alturas de las montañas que separan esa zona de la costa de las regiones del interior.
Coincidiendo con auténticas oleadas de avistamientos de OVNIs, muchos de los cuales fueron vistos salir y/o entrar en el mar, se vio a veces desplazarse una inmensa plataforma repleta de luces - demasiado grande para ser un barco por grande que este pudiera ser - a una gran velocidad, imposible de alcanzar por un navío, en una trayectoria paralela a la costa, hasta perderse en la lejanía a los pocos instantes. En muchos puntos es similar la descripción que hacen los testigos de esta plataforma de Mallorca a la que nos proporcionó nuestro testigo de la isla del Hierro. Machín Padrón vio la isla de San Borondón de día, y durante muchas horas, por lo que su descripción es más rica en detalles, y más precisa; los testigos de Sóller la vieron de noche, en movimiento y en la oscuridad.
Lo primero que a uno se le ocurre pensar es que tal vez se trate del mismo fenómeno, de la misma isla o lo que sea. Pero sucede que si las islas se mueven es que no son islas; y dos míticas San Borondón son ya mucho mito. Si admitimos los testimonios - y no hay más remedio que hacerlo, porque son muchos y algunos muy documentados por fotografías y otras comprobaciones - de gente que ha visto OVNIs salir y entrar en los mares, no es descabellado comenzar a plantearse la posibilidad de la existencia de bases submarinas, donde esas naves reposten, se escondan, sean reparadas, y donde haya lugar para el descanso de los tripulantes. Es más: si es verdad que estamos siendo visitados asiduamente por seres procedentes de otros planetas, casi hay que juzgar necesario que haya en la Tierra bases; lo mismo que las hay - al parecer - en Ganímedes y en la Luna, por no citar más que un par de ejemplos.
De la Tierra, el lugar más seguro para esconderse es, sin duda, el fondo del mar.

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