LEVITAR - El enigma de las personas que vuelan

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El ser humano siempre ha envidiado a los pájaros. Nuestra inteligencia no nos permite obviar que carecemos de alas y por ello hemos fabricado aparatos que nos transportan por el aire. Sin embargo, hay personas que no necesitan artilugios para volar y que son capaces -voluntaria o involuntariamente -de elevarse por los aires sin necesidad de la técnica.
A primera vista la levitación parece pertenecer al mundo del folklore y de las leyendas, pero la realidad es que está registrada y testimoniada en multitud de ocasiones.
Los relatos que nos llegan de la antigüedad no pueden ser constatados, pero en nuestros días nos encontramos con los mismos hechos por inexplicables que nos parezcan. En las viejas historias, sobre todo en aquellas que nos narran las vidas de personajes religiosos, nos encontramos con frecuencia ejemplos de individuos que han sido capaces de volar. Algunas de ellas las conocemos por diversas fuentes y están muy bien documentadas, redactadas por cronistas oficiales y enmarcadas en períodos y gestas históricas.
Antes de hablar de los casos contemporáneos que se han dado en nuestra propia cultura, queremos dar una muestra de hombres y mujeres voladores de otras culturas y de tiempos antiguos. Dejamos de lado una infinidad de relatos que por tratar de ensalzar la figura del fundador de la religión caen dentro del campo de la leyenda piadosa.
 
Yoguis en el aire
Levi-02Dentro de la religión y cultura hindú son innumerables los ejemplos desde tiempo remotos. Pero uno de los testimonios más fidedignos proviene no precisamente de un hindú sino de un árabe, Ibn Batuta, que visitó la India en el siglo XIV. Era geógrafo, historiador, teólogo, botánico y poeta. En su estancia en Delhi fue huésped oficial de las autoridades y junto con ellas y con dos prominentes yoguis presenció un acto del que nos ha dejado esta detallada relación: "El sultán me dijo que me sentara lo cual yo hice; inmediatamente le dijo a los yoguis: Este huésped ilustre ha venido desde tierras lejanas. Enséñenle algo que él seguramente no ha visto nunca. Entonces uno de ellos se agachó y en esta postura comenzó a elevarse en el aire y así agachado se mantuvo por encima de nosotros. Esto me asombró tanto que me sentí mal y caí al suelo desmayado. El Sultán ordenó entonces que me diesen una medicina que él llevaba consigo. Con esto me recuperé y me senté, pero cuando me di cuenta, el yogui todavía continuaba en el aire en la misma postura."
 
Pero hay muchos más casos que se relacionan con la India; citaremos únicamente a Louis Jacolliot (1837-1890) a quien tanto debe la egiptología. Visitó en Benarés a un santo hombre llamado Covindasamy que le obsequió con toda suerte de "milagros". Por último, cuando ya se iba, el fakir salió a la puerta de su casa "cruzó los brazos y se elevó del suelo como unos treinta centímetros. En el momento en que comenzó a elevarse miré el reloj. El tiempo total que estuvo sin tocar el suelo fueron ocho minutos".
 
Los ligeros de pies
Si del hinduismo saltamos al budismo nos encontramos con la misma abundancia de personas que han sido capaces de dominar la ley de la gravedad. De hecho, en el Tripitaka, el libro más antiguo y auténtico de los dichos de Buda, hay una especie de instrucciones para poder volar, y a este poder concreto se le denomina ubvegapriti. Son los Hombres Pájaros
La famosa periodista y exploradora inglesa de principios de siglo, Alexandra David-Neel, en su libro Magic and Mistery of Tibet cuenta que cuando caminaba con su guía Yong-den a través de una gran llanura en el Tíbet, vieron a lo lejos un punto negro que se movía. Con la ayuda de sus binoculares pudo distinguir de que se trataba de un hombre que avanzaba hacia ellos muy rápidamente como a grandes saltos. Yong-den le dijo que era un lung-gom-pa que en tibetano quiere decir "ligero de pies".
Escribe así A. David-Neel: "... pude ver su cara impasible con los ojos abiertos como si mirasen fijamente algo elevado. Avanzaba a grandes saltos. Parecía que tenía la elasticidad de una bola y rebotaba cada vez que sus pies tocaban la tierra. Sus pasos tenían la regularidad de un péndulo."
 
Un tiempo más tarde volvió a encontrarse con otro lung-gom-pa que estaba sentado en una roca, desnudo; tenía unas cadenas enrrolladas a la cintura. Cuando vió a Alexandra salió huyendo. "Pudimos oir el ruido que hacian sus cadenasm que se fue desvaneciendo a medida que él se alejaba en la espesura. Yongden me dijo: `Es un lung-gom-pa: se ponen esas cadenas para hacerse más pesados pues sus cuerpos son tan ligeros que corren el peligro de flotar en el aire."
Pero probablemente el asceta budista más famoso es Milarepa (nacido en 1052) del que se dice que tras largos años de ayunos y penitencias logró poseer toda suerte de poderes. Se cuenta que los agricultores lo veían pasar por el aire. Levi-03
Volviendo de nuevo a testimonios modernos he aqui lo que John Keel contó relativo a sus viajes por Sikkim. "Me detuve en un monasterio. Allí entable amistad con un lama al que le pedí que me dijese si era cierto lo que se decía sobre sus poderes sobre la Naturaleza. Sin decir palabra se apoyó sobre un bastón que tenía y vi cómo sus pies comenzaban a separarse del suelo hasta que, sin soltar nunca el bastón, se puso sentado en el aire con las piernas cruzadas. Me daba la impresión de que el bastón le servía para no perder el equilibrio. Siguió hablandome durante un buen rato pero siempre sentado en el aire."
De Lao Tse (nacido en 604 a.C.) fundador del taoísmo, se dice que en cierta ocasión el emperador le dijo que se inclinase ante él, porque él podía hacerle rico o pobre y elevarle en su rango social. Lao Tse entonces comenzó a elevarse en el aire y cuando estaba a buena altura le dijo: "Majestad: ¿Cómo puedo estar sujeto a su soberanía estando aquí entre el cielo y la tierra? y ¿cómo puede hacerme rico o pobre o hacerme de una clase superior o inferior?
El "vuelo" al que nos referimos no es ajeno en la cultura esquimal. Entre éstos el sacerdote, brujo o curandero se llama angakok que significa "dominador de espíritus". He aquí como el antropólogo Knud Rasmussen describe las cualidades de un angakok en su libro Across Artic America: "El angakok puede causar tormentas o calmarlas, dominar a los leones marinos, curar a los enfermos o predecir su muerte. Y me dicen que los mejores de ellos pueden hasta volar por el aire...".
Pero si nos remontamos al siglo XVI Juan Polo de Ondegardo, un oficial de la corona en El Cuzco, escribió que los sacerdotes incas podían volar sobre los árboles. Tres siglos después el padre Papetard, un misionero francés, en Oregón, había visto volar por encima de los árboles a los brujos de la tribu; y ya en nuestros días, los antropólogos Thomas Buckley y Carobeth Laird afirmaron por separado que tanto los indios Yurok, del norte de California como los Chemehuevis del sur tenían una manera de correr o desplazarse semejante a los Lung-gom-pa.
 
Derviches volantes
En la literatura árabe se encuentran decenas de ejemplos de levitación. Pondré sólo un entresacado de la vida de Rabe´a al-Adwaiya, una mística del siglo VIII. Cierto día, cuando estaba a la orilla de un río con varios discípulos, se le acercó desde la otra orilla Hasan de Basra, un asceta que ya había conseguido ciertos poderes pero que era inmaduro en las vías del espíritu. Hasan había cruzado el río sentado encima de una alfombra. Cuando llegó, Rabe´a lanzó al aire su alfombra de los rezos, se montó en ella y le dijo a Hasan que le acompañase. Hasan no pudo hacerlo. Rabe´a le dijo: "Lo que tu hiciste lo puede hacer un pez y lo que yo hice lo puede hacer un pájaro".
Así mismo entre los sufíes hay abundantes casos de levitación. P. Muller, un veterinario alemán que trabajó en Turquía durante la I Guerra Mundial, describe la danza en la que los derviches giran sin parar entre gritos y música hasta que de repente uno de ellos saltó al medio del círculo de los danzantes y se quedó inmóvil. "Lentamente comenzó a elevarse con el cuerpo tieso hasta una altura de medio metro y allí estuvo inmóvil flotando en el aire con los dedos de los pies apuntando hacia abajo".
En la cultura occidental moderna descubrimos multitud de ejemplos de levitaciones aunque hay que reconocer que la gran mayoría pertenecen a cristianos fervientes. Como hemos visto los hombres y mujeres voladores eran gentes que practicaban ahincadamente su religión y tenían un ardiente deseo de perfeccionar su espíritu; en Occidente sucede lo propio.
 
Santos Levitadores
Levi-04Buena prueba de ello es el franciscano San José de Cupertino (1603-1663). Es un ejemplo de que estas cualidades paranormales que se dan en algunas personas no tienen que ver con su inteligencia, Cupertino era casi subnormal.
La devoción que Cupertino sentía por Cristo y por la Virgen rayaba en el fanatismo. Con gran dificultad fue admitido en la Orden Franciscana siendo ordenado sacerdote, pues sólo pudo aprender a medias una lección de las muchas que constaba su texto de teología. Pero su devoción y sobre todo su capacidad de elevarse en el aire a cualquier hora suplieron lo que le faltaba a su cerebro.
Cada vez que entraba en una iglesia en la que había alguna estatua de la Virgen en un pedestal, emitía una especie de chillido; automáticamente se elevaba hasta ponerse arrodillado a sus pies. En ocasiones aunque la estatua fuese muy pesada, la sacaba de su nicho y abrazado a ella bailaba en el aire.
En una oportunidad abrazó a un fraile que trataba de sujetarlo al comienzo de uno de sus bailes extáticos, continúo bailando en el aire abrazado al asombrado fraile.
Era tanta su fama que el Papa Urbano VIII lo mandó llamar y cuando estaba esperando en la fila para hincarse a sus rodillas, se elevó por el aire y estuvo así hasta que el prior general le ordenó que bajase. Urbano VIII emocionado se arrodilló y mandó a todos que alabasen a Dios.
Pero hay más, durante una misa de Nochebuena se emocionó y comenzó a llorar y a bailar con tal fuerza que desde el medio de la iglesia dio un salto por encima de la gente hasta el retablo del altar mayor que estaba bastante elevado y a quince metros de distancia.
Sus superiores le prohibieron decir misa en público, predicar o asistir a procesiones porque sus constantes levitaciones atraían a tanta gente que se convirtieron en un problema; por ello, lo cambiaban de convento en secreto. Son muchas las reflexiones que se podrían hacer sobre el fenómeno de la levitación, sobre todo cuando la vemos practicada en todos los tiempos, religiones y culturas, pero el espacio no nos lo permite.
Únicamente diremos que todo este asunto es como una confirmación más del fundamental principio parapsicológico tan bien explicado por Nandor Fodor y por los orientales: "La mente domina a la materia". Levi-05
La lista de santos levitadores es muy larga y la mayor parte de ella está muy bien documentada. Dejando a un lado los santos antiguos cuyos milagros han sido exagerados por sus devotos, citaremos sólo algunos de los que podemos estar seguros que sus vuelos han sido reales:
Tomas de Villanueva (1488-1555), obispo de Valencia, estuvo flotando en el aire durante doce horas ante multitud de testigos.
Pedro de Alcántara (1399-1562) cruzó el Guadiana caminando sobre las aguas.
San Felipe Neri (1514-1595), cuando estaba en oración, solía elevarse. Por eso, rara vez decía misa en la iglesia.
Tomás de Cori (1653-1729) mientras estaba dando la comunión se elevó tan alto y tan rápidamente que la gente creyó que se iba a romper la cabeza contra la bóveda.
San José Oriol (1650-1702), mientras viajaba en un barco cerca de Marsella, se elevó por encima de la cubierta ante los ojos de los asombrados marineros.
San Benito José de Labre. Los turistas que hacia 1780 visitaban en Roma cierta iglesia cerca del Tiber, solían correr a avisar al sacristán que en una esquina había un hombre en el aire. A lo que el sacristán solía contestar sin inmutarse: "No lo molesten, es el santo que está en oración".
André Fournet (1752-1834), dirigiendo un vía crucis, se levantó veinte centímetros del suelo y así estuvo todo el tiempo que duró su predicación.
María de Jesús Crucificado (1846-1878). Con frecuencia era levantada hasta la cima de los árboles.
 Fuente:cristalencantado.com.ar

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